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La Hoya, agosto 2004 © Carmen GL |
Hoyanos, hoyenses y hoyosos son los gentilicios que aparecen en el libro Gentilicios españoles de Tomás de la Torre Aparicio quien también recoge la acepción de lobos como apodo para las gentes de La Hoya. Así pues, con este me quedo. Y no me lo quedo porque sí. Hasta ahora ignoraba otra denominación de origen y lo de ser lobo, mola.
Siempre he sido loba. No de nacimiento pues mi ciudad natal es Madrid, pero mira que me gustan los veranos y otros ratos libres en el pueblo y aúllo de rabia cuando algo malo pasa y de alegría cuando disfruto con los otros lobos: mis amigos, esos que conozco de toda la vida, los mayores, los pequeños, los hombres, las mujeres y si me apuras incluyo en el lote a los perros-lobos y las vacas-lobas, los burros, ya desaparecidos y hasta del cura he disfrutado en sus mejores momentos.
Así que, sí... soy loba y tengo un lobito, al que a sus cuatro años le encanta el pueblo. ¡Uf, menos mal!
Como si se tratase de un acuerdo pactado, hemos sido muchos los que nos hemos lanzado a la experiencia de ser padres al mismo tiempo y hemos conseguido aumentar considerablemente el número de lobos en la manada. Hubo un tiempo no muy lejano en el que la tristeza parecía apoderarse del pueblo. Daba la sensación de que la vida se le apagaba. Los inviernos se hacían largos y en los veranos, aunque siempre divertidos, se echaba de menos el reir de los lobeznos que ya habían crecido. Llegaban nuevas crías pero con cuentagotas hasta que, por pura cuestión generacional, se desató un babyboom que ha llenado el pueblo. ¡Qué alegría y qué lío! Pero vamos a ver, ¿tú de quién eres? La historia se repite y ahora soy yo la que tiene que preguntar a los pequeños por su familia.
Todos estos personajes irán desfilando por este blog con cariño, convirtiéndose en los protagonistas de mis historias.
El alcalde, el ex alcalde, el cartero, mis amigas y amigos, sus padres y los míos, mi hijo y los suyos, los nuevos habitantes del lugar, los que ya no están, otra vez el cura, el perro Jaleo....y el mismísimo Espíritu Santo, patrón de todos los lobos, incluído el alcalde, que (vaya por Dios) es garduño.
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